De vez en cuando alguien me pregunta «…ya que tú has leído tanto, dime ¿qué te parece tal o cual libro?» Y es cierto que he leído tanto, aunque también es cierto, según dicen algunos cuando ojean mis estanterías, que en mis temas de lectura también soy bastante friki, como no podía ser de otra forma.

El caso es que nunca crecí del todo en lo que a gustos literarios se refiere. Una parte de mí quedó anclada en la adolescencia y sigue siendo una de mis preferencias la del género de fantasía y ciencia ficción ¡Cuántos libros de dragones, princesas, espadas y brujos leídos!¡Cuántos parsecs recorridos en naves espaciales a través de «agujeros de gusanos» o de cualquier maravilla que la física cuántica contenga! Evidentemente ya no soy capaz, después de casi medio siglo de lecturas, de emocionarme con todo lo que se publique del tema, soy selectivo y ya no tengo miedo, ahora con El Bicho mucho menos, de dejar los libros a medio y hasta de tirarlos a la basura si es que manifiestamente me he equivocado al comprarlo.

Por otra parte, de mis primeros años como adulto, me ha quedado un amor, a veces casi un hambre, por la filosofía que aún no ha sido colmado. En esto soy ecléctico, todo aquello que me resuene a la hora de ser leído pasa a ser parte de mi bagaje filosófico. De resultas de ello, en mi interior se cuece un importante potaje de teorías a veces contradictorias, a veces complementarias pero casi siempre teñidas con la emoción del descubrimiento que sentí al ser leídas.

Por último no soy refractario en absoluto a los libros «de moda» ni a la buena literatura, aunque confieso padecer un caso grave, no terminal pero aparentemente incurable, de provincianismo anglosajón. En otras palabras, me dejo llevar por una novela cuya protagonista se llame Doctora Brennan y cene a base de congelados comprados en un Trader Joe’s, por ejemplo, pero me cuesta mucho más sumergirme en una cuyo actor principal sea el Inspector Pascual y desayune churros en el bar de la esquina.

Sea como sea, esto de la lectura es algo que, siendo parte fundamental de mi vida, nunca he compartido con vosotros -bueno sí, a veces he prestado libros a alguno y, a veces, hasta me han sido devueltos-. Por tanto, cabalgando la ola de emoción que este nuevo mundo de posibilidades abierto por el e-book, he decidido comentar, por el valor que pueda tener para quien le interese, o simplemente para completar un poco este fragmentario y distorsionado autorretrato que este blog empieza a ser, los libros que he leído o vaya leyendo y crea dignos de ser comentados.

Queda inaugurada esta sección de «Historias desde mi e-book» (no lo titulo «Historias desde El Bicho» por no volver locos a los motores de búsqueda) y quedo, pues, autoerigido en crítico literario de pacotilla.

Pido perdón de antemano por ello