Retratado
Me han hecho un retrato. Al óleo y toda la pesca. Han dado con la esencia de mi personalidad. Han captado mi posición frente al mundo, han sabido reflejar mis horizontes, mis opiniones y mis afectos. La perspectiva del observador es la adecuada y, desde luego, ha escogido mi mejor perfil.
Es lo que tiene que el artista te conozca. Y que el gato no le haga extraños. Y que haya artistas en la familia, claro, que un retrato al óleo es un retrato al óleo, aunque no siempre eso es bueno -el que haya artistas en la familia, me refiero-, que a veces te sacan cara de bebé (ya sabéis, las orejas de tu padre, el bigote de tu madre, los ojos de la abuela…) y aún tienes que decir que está muy logrado el parecido.
Éste, sin embargo, lo ha clavado. Me lo ha hecho mi sobrina Ana. Lo podéis ver en su web hhtp://anaescribana.com , como parte de una serie llamada «Bocetos para un disfraz» -aunque digo yo que hay que tener huevos para desfilar en carnaval con un gato atado al cogote-…
Me encanta. Lo he colgado en mi habitación de trabajo, con su marcaco y su cristalaco, donde yo puedo verme ahí plantado, ya canoso, eternamente huraño, eternamente castigado de cara a la pared y eternamente receptor del cariño puro y sin dobleces de mi gato.
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