San Valentín
Pues yo no estoy enamorado. No después de 35 años. Nada de mariposas en el estómago, nada de temblores de emoción en cada roce. No veo todo rosa ni me parece maravilloso todo lo que mi mujer hace.
Eso se lo dejo a los principiantes, a los pardillos del amor, a esos aficionados que necesitan serotonina y dopamina en sus cerebros para amar. A mí me basta con una mirada tranquila, un viaje en la memoria de todos los años compartidos, un espiar calmado la aparición de los viejos gestos.
Yo no estoy enamorado. El enamoramiento, lo sé bien, te golpea como el agua a presión de la exclusa de una presa, te sacude, te altera y te arrastra pero lo que yo siento es mucho más como una corriente oceánica, lenta, tranquila y sin aspavientos pero profunda, imparable e inalterable.
Yo no estoy enamorado pero felicito a todos los que lo estéis, por supuesto.
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