Vale, se acabó la penumbra. Salió el sol, el caracol sale de su concha y extiende sus ojos en las puntas de sus cuernos. ¿Qué ve en la fría luz de este año? Pues ni lo sabe. Por eso es El Caracol Desconcertado.

Hace unos años creé mi primera personalidad en la red: El Hombre Menguante. Estaba entonces, como estoy aún, inmerso en la eterna lucha por perder esos kilos que la genética, el sofá, el matrimonio, las miles de horas ante la pantalla y, claro, la buena comida, se empeñan en amontonar a mi alrededor.

Abrí una página y comencé a contar mi esfuerzo por adelgazar y por llevar una vida más sana a quien quisiese oírlo, perdón leerlo, amparado en el bendito anonimato de la entonces incipiente internet -tal vez algún día me anime a volver a subir aquellas entradas que relatan los esfuerzos de aquellos días perdidos en el tiempo…

Inventé así lo que luego se dio en llamar «Blog» y que cristalizó con eso del blogger la blogosfera y demás(Decía José Mallorquí a través de su personaje Don César de Echagüe -conocido en cuanto se hacía de noche como «El Coyote»- que
«… es tedioso y trabajoso estudiar lo que han hecho y dicho otros. Mucho mejor inventar lo que ya está inventado y dejar que piensen que eres un hombre culto»
…más o menos).

Osado Navegante de aguas bravas (hablamos de los tiempos de los módems de 32k) hice un voto personal de escribir una entrada cada semana. Era divertido. No había contadores, ni estadísticas ni comentarios ni nada por el estilo. Tú escribías, subías el archivo .html al servidor y ya está.

En una de aquellas entradas se me ocurrió subir mi correo para quien quisiese contactar conmigo, y cuál no sería mi sorpresa al encontrarme con gente al otro lado de la pantalla. Casi sin darme cuenta inventé aquello de las comunidades en internet… jeje, yo era quien tenía que subir todos los comentarios de todos, que la web 2.0 no se había inventado aún. Se llegó a hacer, incluso, una quedada en Madrid… a la que yo no asistí, no recuerdo por qué. Incluso una revista publicó un artículo sobre mi página «El Diario del Hombre Menguante» en un dominical… Tuvieron el detalle de mandarme un escaneado del reportaje que yo perdí en algún desastre de disco duro.

De aquella primera etapa sólo conservo un amigo, Jose Antonio, que de vez en cuando se deja caer por este portalito y me alegra con algún que otro comentario. Muchos años después intenté revivir al Hombre Menguante. Esta vez con un portal como Dios manda, con blogs para los socios, foros, informes de progresos, etc. ec… pero los tiempos pioneros habían pasado y no tuvo mucho éxito. De esa etapa conservo una amiga aún. Saluda Ana.

¿Por que me pongo a contar batallitas cual abuelo Cebolleta cibernético? Pues porque hace unos día apareció en mi correo un mensaje con la pregunta «¿Eres tú?» como asunto. Apuntito estuve de marcarlo como spam pero acabé abriéndolo y ¡Oh sorpresa! era una voz de aquellos tiempos. Una de mis más fieles seguidoras, 10 o 12 años después aún se había acordado de mí y gugleo que te guglearé había encontrado hasta fotos mías con la Consu en la cama… (puto e indiscreto cotilla el san Gúgul éste).

No sé muy bien qué energía o recuerdos o vaya usted a saber se removieron y se pusieron en marcha en mi interior, pero fue la gota que colmó el vaso que me ha sacado de la concha. Las vacacaciones y fiestas de navidad ayudaron, la vuelta al curro también, la ilusión por proyectos nuevos y absorventes, sin duda, un vídeo sobre el optimismo por supuesto y la extraña y absurda cercanía que el facebook genera con todos tus amigos y conocidos también.

Entre todos lo mataron y él sólo se murió, vamos. Que de repente te vuelves a encontrar con ánimo, con ganas de volver a surfear en la ola maníaca del ciclo.

Todo esto para decir: Hola, estoy aquí, he vuelto…