Puñalada
Nos amaba con esa sencillez sin dobleces con la que aman los perros. Nos entregaba todo lo que era, todo lo que sabía, todo lo que alcanzaba, sin quedarse nada, sin reserva alguna. Nos alegraba con esa alegría sin objeto que produce el que alguien se alegre de verte. Nos despedía con unos aullidos tristes, como si la separación lo desgarrara, cada vez que nos veía alejarnos por el camino…
Tres años, toda una vida, con nosotros y para nosotros. No hay mucho más que contar ni hay culpas que buscar.
¿Qué podía saber él, pobrecito mío, de lo que había más allá de la verja?¿Cómo podía imaginar lo peligrosa que era la alegría con la que se saltaba la prohibición de salir?
Hoy, a la caída de los últimos rayos del sol del último día del verano, con un pico, una pala y un corazón mermado, en un rincón del jardín donde vivió toda su vida, he enterrado a mi perro.
-Descansa Pancho- es lo único que se me ha ocurrido decir mientras me alejaba de la tierra recién alisada, aunque sabía perfectamente que él no estaba, ni de lejos, cansado de vivir.
Hasta ahora no había visto tu blog porque no sabía la dirección y, justo hoy que por fin sé cuál es, veo que la desaparición de Pancho que nos contaste el otro día en casa ha acabado de la peor forma imaginable; qué pena y qué poca oportunidad ha tenido de disfrutar con la otra perrita (no reucerdo cómo le habéis llamado).
Descanse en paz Pancho, que ha tenido tanta suerte de haberos encontrado y ánimo para todos vosotros.
Gracias, sister. Pero a rey muerto, rey puesto y al día siguiente fuimos a buscarle un compañero a la perrita. Ahora tenemos dos cachorros de tres meses en el jardín que nos hacen rularnos de risa.
Se llaman como las cervezas Shandy ella y Coro (por Coronita) él.
Los ánimos están bien altos, como es de ley.
Jodo Shordi, unos días sin dar un vistazo a tu chamizo y me encuentro con esto. Lo siento de verdad. Me alegro por las nuevas adquisiciones. Un abrazo.