Qué oportunidad de limpieza cósmica se ha perdido. Había una cierta poesía en aquello de caer todos en un agujero negro en menos de un segundo y desaparecer. Tanta miseria, tanto dolor, tanta estupidez tirada a un pozo negro cósmico, creado por nosotros mismos para más ironía, en el más fantástico vualá del mago universal.”¡Ahora está, ahora no está, señoras y señores!”.
Había algo de consolador en ello, una pequeña sensación de descanso por la llegada del final del miedo. Un «ya está, se acabó» tranquilizador. Una vez garantizado que el final era indoloro, su posibilidad no puso nervioso a nadie.
El tema, señores, es que nos íbamos todos a la mierda juntos. No hay religión que contemple eso, ni hay sueños al respecto. La muerte tiene sentido y es parte del juego cuando quedan vivos detrás para aplaudir o silbar la función pero ¿y si nadie queda para evaluar el resultado de tus esfuerzos?¿Entonces qué?
La muerte se demuestra así como un asunto de vivos. La muerte sin moraleja no es muerte. Al muerto es al único que no le preocupa en absoluto por tanto ¿si no quedan vivos se le puede llamar muerte?
Ante este fin instantáneo, científico, absoluto y frío no he oído -las habrá habido pero yo no las he oído- voces clamando por la proximidad del más allá. Nadie se ha preocupado si con ir todos de golpe en el infierno habría overbooking. Nadie ha preguntado si llegando todos de golpe al paraíso, las 72 vírgenes iban a pesar menos de 70 kilos cada una o tendrían que echar mano de las suplentes.
No estábamos preparados para ese agujero negro, ese ojete cósmico, que ha pasado de largo. Todo el mundo miró para otro lado o hizo chistes al respecto. Nadie se paró a pensar en serio que eso podía ir en serio porque la seriedad es cosa de las consecuencias y si todo desaparece no las hay. Nadie para quejarse, nadie para lamentarse. No vale la pena ni hablar de ello.
El Payaso Universal ha perdido la oportunidad de hacer limpieza cósmica de todas nuestras estupideces, quizá le divierte contemplar este potaje que se cocina por aquí, quizá aún no somos irrecuperables y no merecemos ir a la basura, quién sabe. Sólo nos queda, compañeros, intentar hacer la limpieza nosotros y como ese camión de basura universal que se nos brindaba no ha parado en nuestra puerta, sólo nos queda reciclar, restaurar, reconvertir, reconstruir y repartir todo lo que emitimos a nuestro entorno.
Como esto no se se ha terminado, sigamos adelante, compañeros.