Hoy a muerto Benedetti, o tal vez fué ayer, no sé… Una noticia entrevista durante un café madrugador me ha hecho consciente de la despedida callada de, quizá, el último de los grandes.
No fué nunca mi poeta preferido. Siempre me pareció un poco demasiado fecundo y un poco demasiado precipitado escribiendo, pero permitidme hoy, aquí, este pequeñito y sincero homenaje a quien dedicó su vida a la belleza y la justicia.
Ha muerto un hombre bueno. Finalmente no se ha salvado y yo le agradeceré siempre los momentos de belleza y exaltación que me produjo y daré gracias a los dioses por haber puesto en mi camino, justo a tiempo, aquél par de poemas que durante un tiempo fueron, y tal vez todavía hoy sigan siendo, la declaración de principios a los que procuro que mi vida tienda.
Permitidme que os los transcriba:

NO TE SALVES

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino

y te salvas
entonces
no te quedes conmigo

DEFENSA DE LA ALEGRÍA

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y de la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.