Si te despertase ahora, en este mismo momento, en esta noche de luna ambigua dominada por este insomnio sin motivos y llena de recuerdos que revolotean nuestra almohada, si, por ejemplo, empujase tu muslo que inconsciente y posesiva dejaste sobre el mío con ese gesto delicado, como pidiendo permiso, con el que sueles acercarte a mí cuando duermes, si, como digo, lo empujase en este instante, obligándote a caer de ese árbol de sueños en el que ahora mismo habitas, sé que entreabrirías los ojos somnolienta y dándote la vuelta volverías a quedarte dormida, sin reproches, sin curiosidad, pero matando con el gesto ese sueño con que juegas detrás de los párpados.
No sé lo que se perdería con ello. Qué mundo, qué palabras, qué luces íntimas desaparecerían ante el grosero grito de la consciencia de mi movimiento.
No me atrevo de momento a traerte a este lado, a este mundo cotidiano y nuestro.
No me moveré, sigue soñando amor mío.